La sexualidad sigue siendo un tabú a pesar de los cambios que se generan con el correr del tiempo.
Las diferentes culturas y religiones han ido dejando su impronta bien marcada y es difícil de modificar. Las tres religiones monoteístas han separado a la sexualidad de la espiritualidad, dejando al sexo solo ligado a la procreación. Los juicios de valores emitidos sobre el sexo desde una visión solo moral, han dejado pocas posibilidades de comunicación sobre el tema, desde la religión y como todo tema que no se habla, termina explotando de una u otra forma, hasta incluso de maneras aberrantes.
Desde la salud, la sexualidad es un tema no menor, pero enfocado desde las diferentes disfunciones o enfermedades, donde no se aborda desde el lado sano de la historia.
Las culturas más antiguas, como la china y la india, tienen aún hoy un concepto más profundo de sexualidad, ligándola a la espiritualidad, el placer y la salud, más allá del simple acto de la procreación.
En la India, han sido destruidos documentos antiguos referentes a la sexualidad, cuando fue invadida por los británicos a mediados del siglo XVIII. China, en cambio, mantuvo intactos ciertos documentos que han sido seguidos como parte de la tradición, a pesar que con la llegada del comunismo al poder se prohibió el uso de la medicina tradicional china hasta hace unos pocos años.
La cultura Hindú, planteo una visión más despojada de prejuicios sobre sexualidad, tomándola como una parte más de la espiritualidad y de la contemplación del universo. Allí surgió el tantrismo como una manera de acercarse al mundo espiritual desde la sexualidad.
Para la visión de la medicina china, el hombre es como el fuego, se enciende rápido y se extingue rápido, mientras que la mujer es como el agua, cuesta alcanzar temperatura pero cuando la alcanza tarda en enfriarse.
Dentro de esta visión, el hombre es eyaculador precoz por naturaleza y debe aprender a controlar sus deseos a fin de demorar y hasta evitar la eyaculación para seguir el ritmo de la mujer. Esto posibilita un disfrute mucho mayor por parte de ambos.
Además, a través de las prácticas de respiración, meditación y autoconocimiento se busca separar el orgasmo de la eyaculación incrementando de esta forma el placer y la vitalidad. La eyaculación hace perder energía, que es difícil de reponer, sobre todo con el avance de la edad. Se dice que después de los 40 años, el hombre debería eyacular una de cada diez relaciones sexuales. Este planteo parece difícil de lograr, sin embargo, con la práctica y la guía adecuada se puede aprender con el tiempo.
En cuanto a la mujer, debe aprender a romper con el prejuicio de que si el hombre no eyacula, no le ha dado placer, ayudando al compañero a experimentar este camino, sin condicionantes. Además, la mujer también debe realizar prácticas de meditación y respiración a fin de fortificar los músculos pubo coccígeos (piso de la pelvis) para dar más disfrute a la pareja y lograr una mayor capacidad de experimentar orgasmos.
La intención, es el disfrute de la pareja y a la vez, la integración de las energías yin (femenina) y Yang (masculina) que equilibran física, emocional y espiritualmente a ambos integrantes.
La ciencia moderna, ha demostrado los efectos de una buena sexualidad en los distintos órganos y sistemas del cuerpo humano, así como también una significativa reducción del estrés. El sexo cambia los fluidos del cuerpo, mejora el corazón, los pulmones, la piel, el humor y sobre todo da una profunda sensación de paz.
El amor por el otro, las caricias, los besos, la risa y el sexo son las formas más placenteras de hacer circular el Qi y de lograr bienestar, salud y longevidad.
Para una sexualidad plena, debe haber un dialogo permanente entre los miembros de la pareja, comunicando aquellas cosas que a uno le dan placer y a la vez ocuparse del placer del otro, siempre dentro de un profundo respeto y con humildad.
El enfoque taoísta no es algo sencillo de incorporar, es un aprendizaje que lleva tiempo y es necesario cultivar el respeto, el autoconocimiento y el cuidado hacia el otro y hacia uno mismo. Tal vez, lo más complicado para nosotros los occidentales, es aprender a separar la sexualidad de lo corporal, es decir del plano material, incursionando en el manejo de la energía a través de la respiración, la meditación y la contemplación.
Dr. Julio César Escot